Lo que observas en pantalla es el operativo de localización y detención de Daniel Román Guerrero, un individuo etiquetado por muchos como un psicópata cruel por, aparentemente, perder el control y disparar su escopeta contra cualquiera que se hallara en su vecindario sin motivo aparente. Sin embargo, poco después se revelaría que Daniel, en realidad, actuó así porque estaba cansado de ser víctima de robos en su barrio. Pero, para entonces, ya era demasiado tarde para resolver las cosas mediante el diálogo, y la única salida terminó siendo la violencia desmedida.

El dominicano Daniel Román Guerrero, de 49 años, más conocido como "El Ebanista", era un hombre reconocido por su destreza en la carpintería. Como indica su nombre, un ebanista es alguien que se dedica a trabajar con ébano y otras maderas finas. Con este oficio, Daniel se hizo conocido en Villa Pereira, La Romana, donde tenía su taller, fabricando y restaurando muebles de madera para los habitantes del barrio. Era valorado por muchos, ya que el hombre era alguien serio que no se metía con nadie, y un padre de familia con tres hijos, quien además no dudaba en dedicar su tiempo libre a la apicultura. Daniel tenía un criadero de abejas en las afueras de la ciudad, que le proporcionaba un ingreso adicional con la miel que vendía. Así, reunía lo suficiente para cubrir las necesidades de su familia, algo que lo llenaba de orgullo. Pues no hay nada mejor para un hombre que poder proveer para los suyos.


Daniel Guerrero El Ebanista


Daniel Guerrero El Ebanista


Daniel Guerrero El Ebanista


Casa y lugar de trabajo de Daniel Guerrero El Ebanista


A pesar de su profesión, para muchos, Daniel poseía ciertos rasgos que lo hacían parecer peligroso o, mejor dicho, que inspiraban respeto. Él era un entusiasta de las artes marciales, alcanzando el cinturón negro en karate, y también le gustaba la caza. En su granja, solía adentrarse en los matorrales con su escopeta, donde practicaba sus habilidades como cazador. Sin embargo, este carácter fuerte y decidido a defenderse a toda costa no surgió de la nada. Un evento traumático lo marcó profundamente, llevándolo, según él, a convertirse en un hombre capaz de defenderse y proteger a quienes ama, viviendo siempre bajo la voluntad de Dios.

Cuando Daniel era apenas un niño, presenció cómo su padre ahorcó a su abuela antes de quitarse la vida. Esta tragedia lo afectó de tal manera que Daniel creció con la firme determinación de ser un hombre capaz de actuar contra el mal y no ser un mero espectador. Y así fue, pues durante toda su vida siempre fue descrito por sus vecinos como alguien tranquilo, reservado y trabajador, que vivía por y para su familia. Él no se involucraba en conflictos, solo se concentraba en su trabajo y rutina diaria. Pero todo eso cambiaría a partir del año 2020.

Desde los tiempos de la pandemia y los siguientes dos años, Daniel tuvo que soportar en silencio un resentimiento que crecía en su interior. Ni siquiera su propia familia sabía qué era lo que lo afectaba. El hombre llevaba años enfrentando problemas constantes con la inseguridad en su barrio. Su taller, donde trabajaba como ebanista, había sido robado repetidamente por jóvenes vecinos a quienes, además, conocía muy bien. Entre ellos se encontraban Fernando de Mota, Eliezer Mota García, otro joven apodado "El Dani", y, por encima de todos, Aneuris Caraballo, alias "Motoconcho", el joven más problemático y molesto del grupo, a quien Daniel consideraba el líder de todos sus males.


Aneuris Caraballo alias "Motoconcho", ladrón asesinado por Daniel Guerrero El Ebanista


Eliezer Mota García, ladrón asesinado por Daniel Guerrero El Ebanista


Fernando de Mota, ladrón asesinado por Daniel Guerrero El Ebanista


Gamaliel Mota García, considerado cómplice de los ladrones y asesinado por Daniel Guerrero El Ebanista


El Dani, foto no encontrada, ladrón que huyó de Daniel Guerrero El Ebanista


Estos cuatro no eran los únicos que le hacían la vida imposible a Daniel. Cada vez más, se sumaban otras personas a la misión de hacer miserable la vida del ebanista, no solo robándole cosas pequeñas, sino también herramientas y materiales esenciales, llegando al punto del vandalismo sin sentido, destruyendo cosas que no les reportaban ningún beneficio económico y que arruinaban por pura diversión. De esta manera, no solo hacían que Daniel perdiera dinero, sino también su reputación como trabajador responsable con sus clientes, al no poder cumplir con los plazos acordados. El sentido de responsabilidad estaba tan arraigado en la mente del ebanista que él mismo ya realizaba trabajos a pérdida, comprando materiales a última hora a un precio más alto para satisfacer a sus clientes. Y es que, como muchos hombres, para Daniel, el trabajo era su identidad, lo que le daba sentido a su vida. Él llevaba décadas dedicándose a esto sin que nadie lo molestara, y por más que alzaba la voz, el acoso continuaba e incluso empeoraba, aumentando su frustración e impotencia.

Los robos no eran la única forma en que estos jóvenes le hacían la vida imposible a Daniel. Además, a menudo estacionaban sus motos frente a su casa para fumar hierba y escuchar música a todo volumen. Esto, sin duda, era algo que hacían a propósito como una forma de acoso constante. La situación llegó a un límite para el ebanista cuando, por segunda vez, estas personas decidieron vandalizar su otra fuente de ingresos: su granja de abejas en las afueras de la ciudad. Esto quedó en evidencia con un video que Daniel compartió en redes sociales, donde se le veía desesperado, mostrando los daños causados a su apiario. En el video, Daniel expresaba su frustración y desesperación, advirtiendo que estaba al límite y que no toleraría más los robos y el vandalismo. Aunque no usó malas palabras ni expresó su ira de manera escandalosa, era evidente que estaba al borde de un colapso emocional. Daniel ya había intentado mediar con los jóvenes, a quienes conocía desde que eran niños, pero sus intentos de llegar a un acuerdo de paz fueron en vano. También acudió a las autoridades en numerosas ocasiones para denunciar el acoso y los robos, proporcionando incluso los nombres de los responsables. Sin embargo, la policía nunca tomó en serio sus denuncias e, incluso, se burlaron de él en más de una ocasión.


Daniel Guerrero El Ebanista con su escopeta en mano para matar a los ladrones


Jóvenes al frente de la casa de Daniel Guerrero El Ebanista


Esta falta de acción por parte de las autoridades generó en Daniel un profundo resentimiento, no solo hacia los jóvenes que lo acosaban, sino también hacia todo el sistema policial que lo había dejado desamparado. Con cada nuevo robo y cada nueva humillación, Daniel se encontraba más al borde del colapso. En un intento desesperado por ser escuchado, llegó a advertir a la policía que, si no actuaban pronto, él mismo se encargaría de resolver el asunto. Pero, una vez más, sus palabras fueron ignoradas. El jueves 15 de septiembre de 2022, comenzó como un día cualquiera. Alrededor de las 5 pm, cuando Daniel estaba pintando unos muebles que había armado, la pandilla de inadaptados del barrio se acercó a su negocio para fumar hierba, rompiendo el ambiente de paz. Harto de los constantes abusos y la falta de respeto por parte de estos jóvenes, Daniel se acercó a ellos con el rostro serio y agotado para darles la última advertencia, diciéndoles que se prepararan y que consiguieran con qué defenderse, porque esta vez las cosas serían diferentes.

Como era de esperar, los jóvenes no tomaron en serio la advertencia de Daniel. Entre risas y burlas, uno de ellos, con un aire desafiante, le dijo que trajera su escopeta si es que realmente tenía una, y que, de ser así, haría que él mismo se la tragara. Esta pandilla se creía intocable en su barrio, y por nada del mundo pensaban que Daniel cumpliría su palabra, debido a su carácter tranquilo. Pero, sin saberlo, esta sería la última vez que lo verían así, ya que toda la ira que había acumulado durante años haría que el ebanista se transformara en otra persona. Para resolver el problema, Daniel regresó tranquilamente a su taller, no para llamar a la policía, como lo había intentado varias veces sin éxito, sino para tomar su escopeta Maverick calibre 12 y una pistola que usaba para cazar. Una vez armado, se dirigió rápidamente en busca de sus acosadores, decidido a acabar con ellos de una vez por todas.


Casa y lugar de trabajo de Daniel Guerrero El Ebanista


Casa y lugar de trabajo de Daniel Guerrero El Ebanista


Así comenzó uno de los episodios más violentos que haya presenciado Villa Pereira. Su primera víctima fue Aneuris Caraballo, alias "Motoconcho", el joven más problemático del grupo. Daniel se le acercó con la escopeta en mano y le disparó a quemarropa en el pecho. Aneuris cayó al suelo, aún con vida, pero antes de que pudiera pedir clemencia, Daniel le disparó nuevamente, acabando con él al instante. El siguiente objetivo fue Fernando de Mota, de 26 años. Al ver cómo el ebanista acabó con Aneuris, Fernando comenzó a correr, pero ya era demasiado tarde. Daniel lo alcanzó y le disparó en la espalda, derribándolo. Fernando permaneció con vida durante varios minutos, pero al no recibir atención médica inmediata, falleció.


La policía busco y acabo con la vida de Daniel Guerrero El Ebanista


Eliezer Mota García logró anticipar el ataque de Daniel Román Guerrero, pero aun así recibió un disparo en el costado que le fracturó varias costillas, aunque logró escapar. Su hermano, Gamaliel Mota García, intentó mediar con Daniel, pero este, cegado por la ira, lo consideró cómplice y lo mató. "El Dani", otro objetivo, escapó al esconderse minutos antes del ataque. La intervención de la policía, alertada por un vecino, llevó a un intenso enfrentamiento en el que Daniel hirió a varios oficiales, incluido el teniente Manuel Moisés Hernández, quien perdió la vida. Tras horas de resistencia, Daniel intentó rendirse, pero al salir con su arma, fue abatido por la policía. Las investigaciones revelaron que Daniel había planeado su resistencia meticulosamente y que sus denuncias previas nunca fueron registradas, evidenciando fallas en el sistema. Este caso subraya las consecuencias de la inacción ante la injusticia y la necesidad de un sistema de justicia eficaz y una educación que fomente la paz y respeto.


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