Juan Hermosa, era un niño que, a pesar de su corta edad y su rostro angelical, sembró el terror en las calles de Quito, Ecuador. Detrás de esa mirada inocente se escondía un monstruo despiadado. Juan comenzó robando, pero pronto escaló a crímenes mucho más oscuros. Sus víctimas, en su mayoría taxistas, caían en la trampa de su apariencia inofensiva. Confiados por pensar que solo era un niño, no podían imaginar el horror que les esperaba.
Juan Fernando Hermosa de niño
Juan Fernando Hermosa de niño
Juan Fernando Hermosa de niño
Juan Fernando Hermosa Suárez, nació el 28 de febrero de 1976 en el cantón Shushufindi, provincia de Sucumbíos, Ecuador. Poco tiempo después de haber nacido, fue llevado a Clemente Baquerizo, en la ciudad de Babahoyo, provincia de Los Ríos, donde fue adoptado por Rafael Olivo Hermosa Fonseca y Zoila Amada Suárez Mejía. Sus padres adoptivos lo llevaron a vivir a un populoso barrio al norte de Quito. Durante su infancia, Juan Fernando solía quedar al cuidado de su madre adoptiva, quien padecía de sordera y artritis, mientras su padre adoptivo viajaba con frecuencia a la provincia de Sucumbíos, donde tenía propiedades.
Con todas estas adversidades, Juan se crio en un entorno hostil que, poco a poco, iba desgarrando su personalidad, moldeándola hacia la criminalidad. Con tan solo 15 años de edad, lideró una pandilla de diez jóvenes de su misma edad, mientras frecuentaba las salas de videojuegos en el sector de La Marín, en el corazón de Quito. Con frecuencia, merodeaba por bares y discotecas en la zona conocida como Puente del Guambra. Al salir de una discoteca, Juan, junto a cuatro cómplices que formaban parte de su banda criminal, en la fría noche del 22 de noviembre de 1991, abordaron un taxi marca San Remo. Durante el trayecto, Juan sacó una pistola 9 mm, que obtuvo a través de un contacto corrupto, y sin vacilar, apuntó a la cabeza del conductor y disparó. El disparo resonó en la oscuridad, y el taxista cayó sin vida al instante. Uno de sus secuaces tomó el volante y condujo el vehículo hacia el suroriente de la ciudad, donde arrojaron el cuerpo sin vida. El cadáver fue descubierto por la policía al día siguiente, marcando el inicio de una ola de terror que sacudiría Quito.
Juan Fernando Hermosa con 15 años de edad
Una semana después, bajo la influencia del alcohol y la violencia, Juan Hermosa y su pandilla se presentaron en una peluquería al sur de la ciudad, donde Charlie, un travesti conocido por arreglar el cabello de Juan, atendía a sus clientes. Charlie, quien había ganado recientemente un premio de lotería, se negó a beber con ellos, lo que desató una discusión. En un arrebato de furia, Hermosa desenfundó su pistola y descargó cinco balas sobre Charlie, quien intentó en vano pedir ayuda. La sangre manchó las paredes del local mientras los miembros de la pandilla saqueaban objetos de valor antes de huir, dejando atrás un escenario de muerte y desolación.
Juan Carlos Acosta, otro integrante de la siniestra pandilla, utilizaba su atractivo físico para engañar a hombres homosexuales en la avenida Amazonas. Fingía prostituirse para atraer a sus víctimas, asegurándose de que vivieran solas antes de llevarlas a una trampa mortal. Una vez en sus casas, la pandilla iba y actuaba sin piedad, en contra de estos homosexuales, convirtiéndolos rápidamente en sus víctimas mortales.
Los crímenes de Hermosa sumaron un total de 23 asesinatos en apenas cuatro meses, sembrando el caos en las calles de Quito. Entre sus víctimas se encontraban ocho taxistas, once hombres homosexuales, un chofer de camioneta y su ayudante, además de otras dos personas más. Sus crímenes, cometidos casi siempre durante los fines de semana, le valieron el macabro apodo de El Niño del Terror. La ciudad entera temblaba ante su nombre, y tanto taxistas como miembros de la comunidad LGBTQ+ vivían con el miedo constante de ser sus próximas víctimas.
Juan Fernando Hermosa
Modus operandi de Juan Fernando Hermosa
Taxis San Remo a los que Juan Fernando Hermosa y su pandilla, solían asaltar
Tras todos estos asesinatos, La policía detuvo en el centro de la ciudad a un grupo de jóvenes delincuentes que intentaron cometer un robo, lo que permitió obtener información sobre la identidad de quien estaba detrás de los asesinatos. El 9 de enero de 1992, localizaron la residencia de Juan Hermosa. mediante un operativo iniciado el 16 de enero a las tres de la mañana, el contingente se posicionó en los alrededores de la casa de Juan. La policía ingresó a la vivienda a través de un tragaluz que conducía a la habitación de Hermosa, quien, en ese preciso momento, se encontraba durmiendo en la habitación de su madre.
Todos estos ruidos ocasionados, alertó a Hermosa, quien comenzó a disparar indiscriminadamente con su pistola, desatando un tiroteo entre los agentes y Juan. Este último lanzó una granada hacia el grupo de gendarmes que estaban en la calle, provocando una explosión que derribó la pared de la casa sobre dos policías. La madre de Hermosa falleció durante el enfrentamiento, alcanzada por once balas, mientras que Hermosa, fue capturado después de 15 minutos, sin sufrir ni un rasguño, mientras intentaba huir por la ventana trasera.
Un total de 15 agentes trasladó a Hermosa a la cárcel García Moreno esa misma mañana, donde se sorprendieron al descubrir, que la persona que aterrorizaba a todo Quito, se trataba de un menor de edad. Pues, se trataba de una persona de 15 años de edad. En su detención, Juan Hermosa, aseguró que no tenía la intención de matar, ya que, según él, les pedía a las víctimas que se quedaran quietas y que no les pasaría nada, pero al no obedecer, terminaba con sus vidas. Confesó que en una ocasión fue amenazado con un revólver, y en otra, un taxista intentó atacarlo con una llave de ruedas, por lo que tuvo que asesinarlos a ambos con su arma.
Juan Fernando Hermosa cerca de los 20 años de edad
Juan Fernando Hermosa cerca de los 20 años de edad
Juan Hermoso, fue sentenciado a la pena máxima que la ley permitía para un menor de edad, que es de cuatro años de internamiento en el centro de rehabilitación para jóvenes, Virgilio Guerrero, después de que confesara todos los delitos. Sin embargo, dentro del centro, Juan, se convirtió en un líder dentro del centro penitenciario juvenil durante los primeros dieciséis meses, y logró que su novia, Yadira, introdujera un arma de fuego con la que asesinó, mediante cinco disparos, a un agente de policía que intentó detenerlo cuando trataba de fugarse junto a otros diez jóvenes en 1993. Juan Huyó a Colombia, llegando a Bogotá, donde comenzó a vivir de la venta de joyas robadas, pero al estar en un país nuevo donde también lo buscaban, no pudo seguir delinquiendo con la misma facilidad que en Ecuador, por lo que al poco tiempo fue localizado y, cansado de pasar hambre, decidió entregarse. Fue puesto en libertad después de cumplir su condena en 1996.
Pandilla de Juan Fernando Hermosa detenida
Tras su liberación, se trasladó a vivir con su padre. El día de su cumpleaños número 20, el 28 de febrero de 1996, fue hallado sin vida a orillas del río Aguarico. Según informes policiales, cinco individuos encapuchados habrían sido los responsables de su asesinato. Lograron identificar el cadáver de Hermosa gracias a los documentos de identificación que llevaba en su billetera, ya que el cadáver de Juan, presentaba signos de desfiguración y tortura. Había sido acribillado con cortes de machete y disparos en el rostro.
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